Leí luego, “aquí te espero”.
Ser tímido, como Yo lo soy, puede ser un tanto complicado, incluso perjudicial algunas veces a la hora de querer cortejar a una elegante dama, de sobra me consta en lo personal, pero sin avergonzarme, pues al final cada Uno es cada cual a la hora de mostrarse ante los demás. Siento que ser lo más natural posible siempre suele resultar mejor para realmente conocer cómo es cada quien, eso sin importar quién inicie el contacto para hablar.
Aún recuerdo aquella lluviosa tarde de enero, salía de arreglarse el pelo y las uñas, Yo terminaba mis labores cotidianas. "Estoy en tu lugar favorito", me escribió.
Leí luego, “aquí te espero”.
Yo simplemente quedé atónito ante tal frase, dudé de tener el valor para acudir a una cita de tal envergadura, o dicho mejor, me cuestioné si estaría a la altura de las circunstancias.
Pero nada, allá fui, que de los cobardes nada se ha escrito.
Al poco rato llegué al lugar, con temor, pero decidido, caminé hasta el bar. La vi sentada, me acerqué y la saludé, quizás no como Ella esperaba que lo hiciera, pero hice lo que pude delante de la gente que miraba impaciente mi anunciada llegada cuasi triunfal, compromiso no asumido que tardé en entender por el resto de la noche, donde las miradas cansadas de preguntar dieron paso a las palabras que intentaron encontrar una explicación.
Las expectativas mal fundadas son las que suelen arruinar las veladas, por eso no me gustan las sorpresas, prefiero planificar lo que va a pasar sin trauma ni estrés, que sea casual tomarse de las manos para cruzar la calle, que sea espontáneo algún beso saludando que se rueda desde la mejilla hasta los labios, que el abrazo encuentre el resto del cuerpo, aunque tiemblen las manos sujetando la espalda y que las miradas sonrían coquetas.
14-Abr/2020 (Serie 4x440)
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