Sentada al borde del mar
La tarde discreta empezaba a recoger sus nubes para irse a occidente en paz y justo al borde del mar la brisa de dirección ya quería cambiar, entonces atrapada por la cámara de un celular sutilmente sonreías sentada tratando de disimular el deseo de posar.
¡Qué lindura tu cara angelical! Ingenua inclinabas la cabeza despeinando tu pelo suelto quizás para llamar la atención, acaso olvidando que de piernas cruzadas tu postura es digna de grandes halagos, que no es lo mismo sentarse bien que saber cómo hacerlo.
Sentada al borde del mar sin tanta ropa cubriendo tu cuerpo cuando llegue la noche sentirá frío tu piel, si brillara la luna y no encuentra tu espalda un abrazo cambiaría tu sonrisa, tus piernas y tu pecho tendrían que tener abrigo para evitar mostrar más.
¡Qué imponente tu figura corporal! El pulcro cuido de tus manos, y también de tus pies, denota amor propio y compromiso, es pleno deleite para cualquier Caballero que entiende cómo una Dama se cuida, y mejor será callar detalles y ya no hablar de lo demás.
Antes que apague su luz este día sería oportuno aprovechar para contar con calma los lunares que decoran tu cuerpo, cuando menos los que se ven sin descubrir tus secretos de mujer, y así también saber si es suave tu piel, si son finas y pequeñas tus manos.
¡Qué ternura verte serena! La tranquilidad es importante para vivir más, para reír mucho, para ser la mejor persona, para poder besar despacio, para amar sin prisa, para atesorar los momentos más sagrados que no tienen final, la ternura invita a compartir.
Hoy me dijo en voz baja esta fotografía que guardas silencio, pero que no has olvidado los anhelos de amar y ser amada con pasión, que por eso sigues librando batallas, todas para seguir adelante aprendiendo sin perder la Fe, que la bondad cuida el corazón.
¡Qué sensuales veo tus manos! Deteniendo acaso la rodilla izquierda para discretamente mantener la postura y evitar así mostrar tus deseos legítimos de mover ambas piernas y soltar las caderas, ya te sobran motivos para quitar el reloj de tu muñeca y amar.
Me dijo después, cuando ya todo se quedaba oscuro, que hay más lunares en tu piel de los que pude ver, que aún viven en Ti esos anhelos de tener los labios mordidos entre mil besos, ya sin miedo, sin tener que abrir los ojos para saber si todo es un sueño.
¡Qué provocación tan grande mirarte! Volví a ver tu fotografía casi antes de dormirme y en baja voz le dije que no puedo sino imaginar tus labios tersos apretados y tu boca pintada ser dueña de todo al probar el néctar de la vida que tanto disfrutas tomar.
¡Qué lindura tu cara angelical! Ingenua inclinabas la cabeza despeinando tu pelo suelto quizás para llamar la atención, acaso olvidando que de piernas cruzadas tu postura es digna de grandes halagos, que no es lo mismo sentarse bien que saber cómo hacerlo.
Sentada al borde del mar sin tanta ropa cubriendo tu cuerpo cuando llegue la noche sentirá frío tu piel, si brillara la luna y no encuentra tu espalda un abrazo cambiaría tu sonrisa, tus piernas y tu pecho tendrían que tener abrigo para evitar mostrar más.
¡Qué imponente tu figura corporal! El pulcro cuido de tus manos, y también de tus pies, denota amor propio y compromiso, es pleno deleite para cualquier Caballero que entiende cómo una Dama se cuida, y mejor será callar detalles y ya no hablar de lo demás.
Antes que apague su luz este día sería oportuno aprovechar para contar con calma los lunares que decoran tu cuerpo, cuando menos los que se ven sin descubrir tus secretos de mujer, y así también saber si es suave tu piel, si son finas y pequeñas tus manos.
¡Qué ternura verte serena! La tranquilidad es importante para vivir más, para reír mucho, para ser la mejor persona, para poder besar despacio, para amar sin prisa, para atesorar los momentos más sagrados que no tienen final, la ternura invita a compartir.
Hoy me dijo en voz baja esta fotografía que guardas silencio, pero que no has olvidado los anhelos de amar y ser amada con pasión, que por eso sigues librando batallas, todas para seguir adelante aprendiendo sin perder la Fe, que la bondad cuida el corazón.
¡Qué sensuales veo tus manos! Deteniendo acaso la rodilla izquierda para discretamente mantener la postura y evitar así mostrar tus deseos legítimos de mover ambas piernas y soltar las caderas, ya te sobran motivos para quitar el reloj de tu muñeca y amar.
Me dijo después, cuando ya todo se quedaba oscuro, que hay más lunares en tu piel de los que pude ver, que aún viven en Ti esos anhelos de tener los labios mordidos entre mil besos, ya sin miedo, sin tener que abrir los ojos para saber si todo es un sueño.
¡Qué provocación tan grande mirarte! Volví a ver tu fotografía casi antes de dormirme y en baja voz le dije que no puedo sino imaginar tus labios tersos apretados y tu boca pintada ser dueña de todo al probar el néctar de la vida que tanto disfrutas tomar.
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