A la luz de la luna

Iba el cuerpo caminando apenas por alguna estrecha calle de la vieja ciudad, por la intuición quizás, así desdichado un zapato seguía al otro triste pisando las negras piedras ya gastadas y deformes de tanto andarles encima, y la única guía era el reflejo sobre la humedad de lluvia que brillaba sin patrón gracias a la luz de la luna, que reía al verme deambular sin rumbo ni motivo.

En medio del oscuro y solitario trayecto, entre los agudos silbidos del viento de la noche, escuché que me dijo con una suave voz:
♦ Viejo Amigo ¿qué te pasa? Te noto distraído. ¿Acaso necesitas compañía? Pensé que ya conocías el camino, te he visto antes.

Sin subir la vista, sabiendo que era la Luna que me hablaba, le conteste calmado:
♣ No voy triste Brillante Amiga, sólo que ha sido un largo día y a veces se cansa el cuerpo, por suerte los pies conocen esta senda y con calma llegaré a mi cama a descansar.

Busco a quien me quiera, a quien Yo querer, acaso sin saber dónde estará siquiera ni cual es su nombre de niña, si por azar su mirada sincera encuentro por ahí detendré mi caminar entonces, para ver con Fe una sonrisa y poder sentir de su alma la energía, el olor de su piel me dirá tal vez quién puede ser, la suavidad de su piel será después destino de mi abrazo en un saludo sutil.

14-May/2020 (Serie Fotografía y Sentimiento)

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