El pudor del orgullo
Nos hizo falta descubrir cuántos anhelos se pueden convertir en placeres sin vestirnos de nuevo, sin dormir, sin comer, sin beber agua, sin confesarnos que sin quererlo una primera vez sorprendió algún espacio de la piel sudada, con pena cerrando los ojos.
¿Acaso el pudor de un orgullo infantil que no guarda memoria logra callar los gritos de una nueva emoción que estremece la piel?
Nos hizo falta mirarnos sin contar el tiempo para descubrir los límites de cada entrega y la fuerza de la voluntad para amarnos.
El pudor del orgullo pudo más que la falta de aire al final del placer, se quedó el cuerpo esperando la electricidad de la vida.
Nos hizo falta sudar la pasión y quedarnos abrazados después hasta secarnos el amor, sin decir palabras, sin sentir ningún celo.
El pudor del orgullo se olvida cuando se quitan las máscaras y se ve la persona, cuando se deja la actuación y se conoce al humano, cuando la bondad reboza los corazones y nace el amor bien dispuesto, cuando se entrega el alma sin prejuicios ni perjuicios.
¿Acaso el pudor de un orgullo infantil que no guarda memoria logra callar los gritos de una nueva emoción que estremece la piel?
Nos hizo falta mirarnos sin contar el tiempo para descubrir los límites de cada entrega y la fuerza de la voluntad para amarnos.
El pudor del orgullo pudo más que la falta de aire al final del placer, se quedó el cuerpo esperando la electricidad de la vida.
Nos hizo falta sudar la pasión y quedarnos abrazados después hasta secarnos el amor, sin decir palabras, sin sentir ningún celo.
El pudor del orgullo se olvida cuando se quitan las máscaras y se ve la persona, cuando se deja la actuación y se conoce al humano, cuando la bondad reboza los corazones y nace el amor bien dispuesto, cuando se entrega el alma sin prejuicios ni perjuicios.
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