De todo a nada
Así evolucionamos inesperadamente, de soñarnos de madrugada y pensarnos al despertar, de hablar temprano y luego también, de vernos en cualquier lugar por cualquier motivo, de mirarnos con picardía sin tener que decirnos lo que cada cual quería hacer con la distancia que separaba nuestros cuerpos, de andar respirando aprisa entre la gente para llegar a encontrarnos, del amarnos con locura a lamentar la ausencia, así fue, de todo a nada.
Me enfermé de amor, no me daba cuenta hasta que un día empezó a doler el pecho por la falta de paz, la misma que antes me arrullaba cada atardecer a su lado, eso es lo que nos pasa cuando pensamos y nos imaginamos todo sucediendo más rápido de lo que pasa la vida, aunque lo sabíamos no dejamos fluir los sentimientos para que crecieran con raíces fuertes, por demás, no tiene sentido comer los frutos que nos están maduros, nos caerán mal.
Entonces un día, al finalizar una tarde gris, hablamos por última vez sin entender lo que decía cada quien, quizá sin querernos decir lo que se gritaba en la conversación entre palabras y suspiros, tristes palabras sin sentido que hirieron mi corazón, el mismo que más temprano latía enamorado sin predecir los funestos acontecimientos que lo rompieron en sangrientos pedazos, hasta que desecho aceptó la decepción de amar y después perder.
De todo a nada fuimos y somos, de sueño a pesadilla, de risas a lágrimas, contentos nadamos entre los anhelos y terminamos en un desierto con sed y remordimientos, acaso más adultos y menos caprichosos, empero dolidos de alma y corazón, con la única e imperdible esperanza de hallar el verdadero amor algún día, ese que nos esquiva una y otra vez dejándonos ya vencidos, cansados al borde del camino hasta que un nuevo amanecer nos ilumine.
20-Abr/2020 (Serie 4x440)
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