Las pecas de su pecho
Nunca pude contar las pecas de su pecho, ni siquiera verlas a corta distancia.
Sólo entre los movimientos de su blusa cuando volteaba la cara mirando hacia el
lado supe que habían muchas por allí con celo guardadas, distintas eran
algunas, doradas casi todas tal vez pero unas pocas como tostadas relucían a la
luz.
Presumo
ahora que en sus hombros hubiera sido divertido conocerlas y de paso aprender
haciendo un conteo clasificado de tamaños y colores, para hacer luego el
ejercicio real por todo lo ancho de su espalda, sin tampoco bajar mucho, pues
en la cintura ya encontraría otra figura interesante que otro día conocería.
Pero
realmente hoy me confieso a Mí mismo sin sentir vergüenza ni pena que las pecas
de su pecho fueron motivo de curiosidad y gran deseo, saber acaso cuántas
contaría no sería suficiente sin saber del olor de su piel y sin tener en mis
labios su sabor, besándolas para poder contarlas, mas no pude siquiera
mirarlas.
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