Todavía digo que no
Digo
que no, a todas les digo que nada me pasa, pero Yo misma me veo en el espejo
con la cara triste, pero a la vez entusiasmada, y no puedo pensar con claridad
sin ver su nombre reflejado en la pared, en el fondo del pasillo que tiene mi
mente para bajar al corazón. Ese nombre que conozco y que no pronuncio tal vez
porque es lo único de Él que no me gusta.
Todavía
digo que no, porque es más fuerte la razón que el sentimiento, mis Gemelas
están aún midiendo sus fuerzas, para convencerme tal vez, mostrándome cuál ha
sido honesta y cuál ha soñado con abrazar mis anhelos, pero al final sufrimos y
gozamos juntas las tres.
Quizás
como me dijo Él un día lo pueda hacer, usar un apodo corto y de cariño llamarlo
así.
Pero
no, todavía digo que no, aunque a veces siento que me hace falta pensarlo, y
leerlo, y oírlo, hasta quizás si pudiéramos me gustaría bien abrazarlo, sentir
el calor de su pecho y los latidos de su corazón sonando con el mío. Pero no
puedo Yo como tampoco puede Él, y no quiero crear falsas ilusiones para
ninguno, porque tampoco sufrir nos hace falta ya.
Cada
día es diferente, depende cuánto piense mi mente entre que despierto y me
levanto, entre el baño y la cocina, entre que lo extraño y me fascina, entre el
café y las vitaminas. Después de tomar mi medicación para la presión todo va
tomando el nivel normal, y mientras me alisto empiezo a decir que no, y ya
montada en el carro todavía digo que no.
Y
si acaso durante el día me quedo quieta un momento y su recuerdo me sorprende,
me levanto y lo busco en el teléfono, pero al final todavía digo que no, porque
si le escribo justo un “te extraño” me da miedo pensar que me
responda un “Yo también”, no tendría coraje para decirle “pues
ven, cenemos juntos hoy”, entonces prefiero bajar la mirada y trabajar.
Todavía
digo que no porque es sensato mi cerebro que entiende que no es tiempo de
cambio, aunque otra cosa diga mi corazón cada vez que llora, todavía me duelen
los pasados, todavía el camino es largo y mi lucha no ha terminado, todavía
digo que no, aunque es un “sí” disfrazado de paciencia y esperanza,
que sueña con un feliz mañana.
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