Necesaria ausencia
Sentado
en un lado de la cama, donde ya nada importa, donde ya nadie opina, me quedo
pensando y saco de la mente todas las ideas que andan sueltas por mi cabeza en estos
días, tal vez para organizarlas un poco otra vez, para verlas de nuevo quizás, acaso
también para analizar algunos detalles que quiero comprender mejor de la evolución
del tiempo que no cuento (sobre todo estos sucesos más recientes), pero que igual
pasa sin remedio, incluso sin mirarme siquiera, pero sumando cada vivencia como
parte de la experiencia, y qué bueno que sanos vemos cómo nos pasa la vida cada
día.
La
paz que hoy sentimos es como un fruto maduro que nació y creció sin prisa, es
consecuencia de querer ser ahora quienes somos en realidad, es producto de la
necesaria ausencia de todo aquello que no somos y que tampoco necesitamos ser, y
así, sin pretensiones ni vanidades, sin muros ni cercas, sin escudos ni espadas,
sin máscaras ni antifaces, sin secretos ni engaños, sin misterios ni fábulas,
sin promesas ni sorpresas tenemos esa paz que siempre quisimos, sin que ya cambie
lo que cada cual espera ser.
Todas
las ideas juntas, mezcladas y ordenadas no saben explicar qué nos pasa. Sin duda
la necesaria ausencia de todo aquello que no somos nos permite conversar, hablar
y escuchar, nos deja comprender todo el bien de la bondad, no invita a conocer
las risas de la alegría y el perdón del pesado, nos deja mirar desnudas las
ansias de placer y los anhelos de amar, del que creíamos todo saber, empero
sentimos que no era eso verdad.
Cuando
se siente una paz diferente no siempre Uno se detiene a mirar los detalles,
casi siempre se disfruta plena primero, pero siempre que se refiere a Ella y Él,
se pregunta Uno cómo es posible aprender en la madurez a conocer las cosas
simples de la vida, las mismas que siempre estuvieron ahí, justo a las vista de
todos y aun nada nadie decía.
La
necesaria ausencia de todo aquello que no somos hizo que hoy pudiéramos vernos
como somos en verdad, todo después de habernos visto cómo creíamos ser de niños,
y vivimos sin saber las verdaderas intenciones del destino, que todavía de
Nosotros se ríe.
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