Un día de verano cualquiera
Entonces,
un día de verano cualquiera, temprano en la mañana cuando el sol comienza a
calentar el ambiente como acostumbra para la época, siendo domingo además y
todavía con la pijama puesta, se enciende un pequeño símbolo de notificación en
tu celular como avisándote que te habla el Destino, y oyes también un sonido
desde tus ojos hasta tus orejas que te dice que la verdad verdadera te espera,
y no sabe tu cabeza qué es.
Es
un misterio la vida, y como de los cobardes no se ha escrito nada, decides
mirar qué pasa, te atreves a ver qué puede suceder y osado abres la
notificación que te muestra un mensaje que no buscabas, uno que no esperabas,
de alguien que no llamabas ni con el pensamiento. Y te sonríe la vida cuando
respondes con las palabras sinceras que te nacen sin pena, las mismas que te
guían entre la niebla y la oscuridad, y a Ella le llegan.
Un
motivo sencillo era el principio de la comunicación, pero luego sin motivo ni
razón empieza otra conversación que te roba toda la atención, que silente te
encanta cual hechizo divino y tu mente descansa, así tu corazón respira con
calma y tu alma se ríe de todo, como nunca antes quizás sientes paz y no
entiendes qué pasa y esta vez no te importa saber por qué, y así van descalzas
corriendo las horas sin que ninguno las cuente siquiera, ¿para qué?
Y
te gusta su voz, y te agrada su palabra, y su sonrisa el ambiente nutre, y todo
sin prisa, mas sin pausa fluye, un tema lleva al otro y así marcha en armonía
todo, hablando más no hay oportunidad de terminar el diálogo, sin contras ni
pleitos la risa se asoma, no hay temas incómodos ni secretos del pasado que se
queden callados, pareciera que el cansancio no vino hoy a vernos, acaso porque
le dimos el día libre para quedarnos conversando.
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