Mirando hasta el horizonte
Mirando
hasta el horizonte, hasta donde puede mirar el ojo, se alcanza a ver sin límite
el firmamento juntarse con el mar, pero cuando se nubla el cielo apenas podemos
ver la cercanía, ya no se puede mirar más allá. Así nos pasa cuando las penas de
un enojo nublan nuestro vivir, que no logramos mirar más lejos, más allá.
Mirando
hasta el horizonte comprendemos que existe más espacio que el que podemos
recorrer con simples pasos; un largo trecho con caminos angostos y ensenadas de
ilusión nos enseña la fortaleza que vive en nuestros corazones, nos hace madurar
con los daños a cambio de la valiosa experiencia vivida.
Mirando
hasta el horizonte los anhelos nos llaman y nos quedamos callados ante el reto
de alcanzar nuestras metas, que primero eran sueños y luego deseos, que lejanas
se ven pero que con determinación se alcanzan, alimentando el corazón con cada etapa
ganada, porque de los cobardes nunca nadie escribe nada.
Mirando
hasta el horizonte, hasta donde queremos mirar, los pasos irán conformes
buscando la ruta para llegar hasta el borde de cada risco y con decisión seguir
escalando la cima de cada monte, hasta llegar a los valles de sosiego para reír
y descansar, donde las ropas sudadas, por el correr de los pasos, sobran a la
orilla del río donde la frescura de la corriente limpia la piel de cada cuerpo.
Mirando
hasta el horizonte se entiende la vida, así pensando en silencio y tomados de
las manos se vencen los miedos.
Si
acaso una Bella Señora sonriendo piensa a un Extraño Señor, la brisa de la playa
le traerá palabras de amor para sanar su corazón, mientras las olas del mar con
ternura le cantarán melodías de paz y la arena bajo sus pies le hará sentir el
caminar de un sentimiento natural, distinto, completo.
19-Abr/2019 (Serie Bella Señora)
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