Una historia de ermitaños

La energía del amor se propaga como el agua de un río, buscando siempre llegar al océano, anda por cualquier medio, reales y virtuales, a toda hora, llega a todo ser vivo y lo impregna, así encontró un día los Corazones Ermitaños.

Antes del primer contacto de la piel ya sabía cada corazón de la bondad del otro ser, con la emoción al encontrar una energía similar que podía comprender su misma forma de sentir se asomaron algunas ansias en el horizonte.

Al principio cada paso era diferente, parecía no haber ritmo al caminar, quizás muy juntas las pisadas, tal vez muy cerca las caderas ó acaso nervios de sentir amor por vez primera, o mejor dicho, otra vez tanto tiempo después.

Cuando fue robado el primer beso y aceptado como bueno, todo empezaría a ser mejor, las manos encontraron su forma de estrecharse, los pasos hallaron el ritmo propio al caminar y juntas las caderas en su lugar se acoplaron.

Con el pasar de los días cada vez sucederían primeras veces insospechadas, un abrazo en la calle, un beso caminando, un helado en el parque, una caricia en el carro, un "te quiero" sin pronunciar ni una palabra y más después.

Llegando el final de cada noche sin adiós se iban desvelando los deseos más íntimos, y cada corazón encontró sin pudor los latidos más puros que estaban escondidos dentro del otro pecho, y las miradas lo decían todo.

No se había escrito nunca antes una historia real de amor verdadero protagonizada con Fe por dos Corazones Ermitaños, los que nunca renunciaron a sus anhelos sagrados de amar y ser amados, atesorando energía y bondad.

20-Ene/2020 (Serie Corazones Ermitaños)

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