Simplemente Tú
Poco conversar y planes para ninguno, mas sin embargo al final de la tarde aquello sería distinto y así en un sitio casual ya nos vimos, entre tapas y vino se hizo el rato entretenido y divertido pero no queríamos separar nuestros caminos, entonces igual sin pensarlo mucho de nuevo terminamos sentados en un banco comiendo un helado divino de coco y nutella.
Se acababa la velada en el horario y te faltaba el aire, nos sobraban los deseos, entre besos los gemidos cantaban con delirio con cada sobresalto de tu cuerpo y eras toda Tú, Niña y Mujer, Señora y Dama, Princesa y Reina, ellas en el mismo instante, con los ojos cerrados y las manos apretando mis hombros cada vez eras simplemente Tú, ya sin la boca pintada.
Las ropas comenzaron a apretarnos y cada piel pedía libertad para sentirse la una con el otro entre manos traviesas, buscando saciar los deseos carnales que inmortales se habían quedado guardados en el ático de nuestros corazones ermitaños, parecían desde antaño olvidados pero vive el sentimiento cuando es verdadero y los deseos hoy están renovados.
Era tu cuerpo el territorio que exploraban mis manos y por donde menos lo pensabas ellas encontraban sendas inéditas para recorrer tu piel toda suave, temblabas sin tener frío, sin querer que pasara el momento volvíamos a besarnos más cada vez otra vez, me mirabas como queriendo decirme todo lo que sentías y entonces en la humedad de tu ser callaste.
Eras simplemente Tú, mostrándome apenas cómo disfrutabas de las caricias y los besos, dónde palpitaba tu piel con el lento roce de mis dedos hasta que te volviste toda nervios, voluntad y deseo, ya no mirabas atrás ni a los lados, se nos olvidaba el pudor, ya no habían penas viejas ni dudas ajenas, se te llenaba la cara con la sonrisa alegre de la satisfacción.
Tus ojos rebosados de alegría mirándome de tan cerca me decían de esa paz que encontró tu ser al sentir esta vez un placer con ternura, el verdadero sentir de mujer que anhelaba tu alma tener de nuevo, y fue como nunca antes, con los labios mordidos y el pelo alborotado reías pidiendo comprensión ante la locura del momento que se hizo dueño de tanta pasión.
Se acababa la velada en el horario y te faltaba el aire, nos sobraban los deseos, entre besos los gemidos cantaban con delirio con cada sobresalto de tu cuerpo y eras toda Tú, Niña y Mujer, Señora y Dama, Princesa y Reina, ellas en el mismo instante, con los ojos cerrados y las manos apretando mis hombros cada vez eras simplemente Tú, ya sin la boca pintada.
Las ropas comenzaron a apretarnos y cada piel pedía libertad para sentirse la una con el otro entre manos traviesas, buscando saciar los deseos carnales que inmortales se habían quedado guardados en el ático de nuestros corazones ermitaños, parecían desde antaño olvidados pero vive el sentimiento cuando es verdadero y los deseos hoy están renovados.
Era tu cuerpo el territorio que exploraban mis manos y por donde menos lo pensabas ellas encontraban sendas inéditas para recorrer tu piel toda suave, temblabas sin tener frío, sin querer que pasara el momento volvíamos a besarnos más cada vez otra vez, me mirabas como queriendo decirme todo lo que sentías y entonces en la humedad de tu ser callaste.
Eras simplemente Tú, mostrándome apenas cómo disfrutabas de las caricias y los besos, dónde palpitaba tu piel con el lento roce de mis dedos hasta que te volviste toda nervios, voluntad y deseo, ya no mirabas atrás ni a los lados, se nos olvidaba el pudor, ya no habían penas viejas ni dudas ajenas, se te llenaba la cara con la sonrisa alegre de la satisfacción.
Tus ojos rebosados de alegría mirándome de tan cerca me decían de esa paz que encontró tu ser al sentir esta vez un placer con ternura, el verdadero sentir de mujer que anhelaba tu alma tener de nuevo, y fue como nunca antes, con los labios mordidos y el pelo alborotado reías pidiendo comprensión ante la locura del momento que se hizo dueño de tanta pasión.
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