Aprendiendo a besar
El atardecer agitado dentro del tránsito de la ciudad nos invitó a tomar un receso de toda cotidianidad, y una copa de vino refrescó el paladar con notas secas para ya poder hablar con calma y sin metáforas en cualquier lugar.
Saciada la sed y dichas las palabras de todos hallamos el sabroso bocado de un estupendo lugar, que nos vio mirándonos tanto sin decir acaso qué nos podría pasar después, suaves siempre tus manos no se alejaban de mi piel.
Caminar a tu lado sin miedo y tomarnos de la mano entre la gente que mira, ríe y comenta se siente como lluvia en medio de la selva, es silencio y es canto, es sentimiento que anda buscando con ansias corazones ermitaños.
Entonces conversando miraba tu risa, tu boca y tus labios, todo junto a la vez, y comprendí que tenía que aprender a besarte sin perder la alegría de tu risa ni el sentido de tus palabras, y sobre todo salvar la humedad de tus labios.
Entonces, sentados a la luz de las estrellas el cielo prendió la luna y me sentí envuelto entre tus abrazos y tus besos, siendo dueños del rato más callado de la noche, cuando tu boca y la mía unidas ya se entendían de maravilla.
Aprendiendo a besar tus labios confié mi respirar a tu aliento, mi cuerpo cercano a Ti fue el alimento para abrazos muy tiernos en medio del silencio mientras crecía el ritmo de los latidos de mi corazón, y también del tuyo.
La noche se nos hizo corta y las caricias hoy se presentaron todas, entre los largos besos y suspiros entrecortados con ojos cerrados sentimos la luna volando todo el firmamento, mientras tu pelo se alborotaba sin remedio.
Nos empezaron a sobrar las palabras, nos comenzaron a sudar las manos, nos terminó de molestar la vestimenta, nos llegaron los deseos de saber el color y el sabor de cada entorno de la piel, nos faltábamos sin saber.
Amarte es un misterio que por mucho supera la imaginación del pensamiento, es paz en un abrazo y es fuego encendiendo la humedad de tu cuerpo entre gemidos, como la aventura de un niño conociendo el camino del amor.
Saciada la sed y dichas las palabras de todos hallamos el sabroso bocado de un estupendo lugar, que nos vio mirándonos tanto sin decir acaso qué nos podría pasar después, suaves siempre tus manos no se alejaban de mi piel.
Caminar a tu lado sin miedo y tomarnos de la mano entre la gente que mira, ríe y comenta se siente como lluvia en medio de la selva, es silencio y es canto, es sentimiento que anda buscando con ansias corazones ermitaños.
Entonces conversando miraba tu risa, tu boca y tus labios, todo junto a la vez, y comprendí que tenía que aprender a besarte sin perder la alegría de tu risa ni el sentido de tus palabras, y sobre todo salvar la humedad de tus labios.
Entonces, sentados a la luz de las estrellas el cielo prendió la luna y me sentí envuelto entre tus abrazos y tus besos, siendo dueños del rato más callado de la noche, cuando tu boca y la mía unidas ya se entendían de maravilla.
Aprendiendo a besar tus labios confié mi respirar a tu aliento, mi cuerpo cercano a Ti fue el alimento para abrazos muy tiernos en medio del silencio mientras crecía el ritmo de los latidos de mi corazón, y también del tuyo.
La noche se nos hizo corta y las caricias hoy se presentaron todas, entre los largos besos y suspiros entrecortados con ojos cerrados sentimos la luna volando todo el firmamento, mientras tu pelo se alborotaba sin remedio.
Nos empezaron a sobrar las palabras, nos comenzaron a sudar las manos, nos terminó de molestar la vestimenta, nos llegaron los deseos de saber el color y el sabor de cada entorno de la piel, nos faltábamos sin saber.
Amarte es un misterio que por mucho supera la imaginación del pensamiento, es paz en un abrazo y es fuego encendiendo la humedad de tu cuerpo entre gemidos, como la aventura de un niño conociendo el camino del amor.
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