El reloj de sol
Los pasos sabían dónde ir, aun cuando no se apuraban en llegar porque igual iban de la mano contentos entre mil besos y abrazos, la noche larga pasaba serena con una sonrisa mutua con cada mirada azul, caminando sin llevar ansias por las viejas calles peatonales.
La brisa fresca permitía caminar sin afán de buscar un lado u otro de las aceras de piedra, al final del recorrido quedaba la plaza ya casi vacía de los habituales transeúntes, entonces un pequeño espacio en la muralla acogió el momento para callar la palabra y ser aliento.
Y los cálidos abrazos de cuerpo entero frente al río consigo trajeron los besos más tiernos, y sin prisa las caricias adornaron la piel más íntima apasionadamente para cerrar los ojos con cada beso, para gemir sin temor en cada movimiento y después decirnos un "te quiero".
Callado miraba el reloj de sol abandonado, no sabía qué decir pero al final se sonreía, pues los Corazones Enamorados le mostraban que no había desaparecido el amor verdadero, que la vida sí tiene sentido, que la soledad es compañía pasajera hasta que vuelve el querer.
La brisa fresca permitía caminar sin afán de buscar un lado u otro de las aceras de piedra, al final del recorrido quedaba la plaza ya casi vacía de los habituales transeúntes, entonces un pequeño espacio en la muralla acogió el momento para callar la palabra y ser aliento.
Y los cálidos abrazos de cuerpo entero frente al río consigo trajeron los besos más tiernos, y sin prisa las caricias adornaron la piel más íntima apasionadamente para cerrar los ojos con cada beso, para gemir sin temor en cada movimiento y después decirnos un "te quiero".
Callado miraba el reloj de sol abandonado, no sabía qué decir pero al final se sonreía, pues los Corazones Enamorados le mostraban que no había desaparecido el amor verdadero, que la vida sí tiene sentido, que la soledad es compañía pasajera hasta que vuelve el querer.
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