No es triste la soledad cuando no duele

Un atardecer cualquiera te quedas a solas sentado en la terraza alta, mirando el ocaso del día que acaba, aún sin entender el matiz de sus colores sonríes mirando la luna que asoma entre las nubes lejanas, también ella espera su turno para ocupar su propio lugar en el cielo, igual que Tú, paciente y sin miedo se mueve sin contar siquiera las horas del tiempo que ríen silentes persiguiendo sin pausa las manijas del reloj que giran sin prisa.

Una copa de vino acompaña el momento que no tuvo plan, el Pinot Noir australiano hace el rato placentero en el paladar combinando su aroma con el sabor de su cosecha magistral, mientras recuerdos alegres vuelven raudos a tu mente y sonríes de nuevo, aunque esta vez cerrando los ojos para no llorar el pasado que tanto te costó olvidar, y sigue a una copa la otra y así se superan las horas con una mejor memoria de la vida que ahora sigue su curso.

La noche ya presenta sus credenciales, una brisa fresca y la humedad que crece te invitan sin dudar a la escucha de viejas canciones de ese ayer romántico que nunca pasa de moda, aunque siempre con el riesgo de enfrentar las remembranzas por eso que dicen sus letras, pero con valor y sentimiento se sale a camino aún en las noches más oscuras, donde solo te bebes el vino cantando los ecos de toda una vida, voces que otrora fueron un coro.

No es triste la soledad cuando no duele, sólo es ausencia de gente que no necesitas para ser Tú, para hacer todas tus cosas en paz, para disfrutar a fondo tus momentos, para pensar en silencio si quizás es verdad que es inmortal el cangrejo, así nadie te interrumpe cuando osas escribir cualquier tontería digital con una rima asonante, que parece poesía, pero no son más que relatos de tu fantasía contada con tono jocoso para diversión sana.

10-Dic/2019 (Serie El Gato y Yo)

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