Un baño que no conocía
Dedicados a amarnos con la piel y el alma concluimos la faena del mañanero agotados y con dolores varios, quizás por lo continuo del salvaje querer combinado con el trago largo de anoche y el poco dormir. “Esa tequila da duro”, le escuché decir bebiéndose un sorbo de agua. Como era ya media mañana en vez de cocinar almuerzo decidimos ir a dar un paseo por la vieja ciudad y de paso comer algo. Para ese viaje de turismo interno se hacía necesario un aseo de cuerpo entero para limpiar las huellas de la pasión.
Ingenua Yo, todavía tirada en la cama, le dije: “vamos a bañarnos juntos para ir ganando tiempo”. Él no contestó, simplemente se puso de pie y comenzó a caminar para ir al cuarto de baño. Me quedé impresionada viéndolo desnudo, su cuerpo me parecía tan perfecto, justo en la puerta del baño se volteó para preguntarme algo y de nuevo me nacieron esos deseos de chuparle el pene que aún estaba sarozo. ¡Oh Dios! ¿Qué me pasa? Ésta no soy Yo. No sé qué me preguntó, al final sólo atiné a decirle: “ya voy Corazón”.
Rápidamente busqué un cepillo de dientes nuevo, toallas limpias y fui hasta la bañera a verificar que tenía todo lo necesario para el aseo personal. Me dijo entonces: “déjame cepillarme los dientes primero, entra Tú”. De inmediato le comenté: “de acuerdo, Yo igual me cepillo en la ducha”. Así empecé a cepillarme y a mojarme el pelo, al momento sentí la puerta de la bañera, Él me acompañaba en la ducha. Su cuerpo detrás de Mí hizo contacto y algo me decía que esto no era sólo bañarnos. Su pene estaba erecto.
♣ Tú estás muy buena. Tu cuerpo de mujer es perfecto.
♦ ¡Pero Corazón! Mira cómo estás. Wao!
♣ Perdóname, es que cuando te vi desnuda caminando me emocioné, entonces tus nalgas me llamaron y tus senos me invitaron a visitar tu vulva para chuparte el clítoris.
♦ No sigas provocándome que Yo también siento deseos locos de chupártelo todo desde que te veo, pero tenemos que bañarnos para irnos de paseo.
♣ Claro que sí Corazón, vamos a bañarnos ahora, déjame enjabonarte la espalda y después me enjabonas Tú a Mí.
Me costaba creer lo que pasaba, pero me gustaba tanto que cerré los ojos y dejé de preocuparme por todo, total, nunca había tenido sexo en la ducha y esta vez me parecía que el hombre sí sabía lo que tenía que hacer. Sus manos suaves enjabonaban mi cuerpo, ya me excitaba. Encontró sin temor rincones en mi piel que Yo misma había olvidado, me hizo sentir tan bien con sus besos pasados por agua que me volteé y me encaramé sobre Él para que me penetrara, me estaba provocando un orgasmo de magnitud incalculable.
¡Finalmente nos bañamos! No aguantaba el dolor en las piernas y en la cintura, pero me reía, aunque tenía ganas de llorar. Me miró cuando me secaba parada fuera de la ducha y con cara de inocente gacela me dijo: “¿Por qué no pedimos la comida a domicilio? Así podemos seguir copulando toda la tarde, total, hoy es domingo y Yo quiero más de Ti”. Yo me quedé callada y pensé que era una broma, pero le miré el pene y no hubo discusión. “¿Te gusta la comida china?”, le pregunté haciéndome un moño con mis cabellos.
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