Descubriéndonos después

Abrazados en la desnudez nos quedamos sin hablar, escuchando los latidos en cada pecho amainar, todavía asombrada Yo de sentir tantas de mis ilusiones ser hoy fervientes realidades, no podía creer lo que me pasaba y era cierto, un hombre me amó y Yo lo amé.

Esta experiencia del sexo oral que vivimos de improviso, como lo dirían mis amigas, fueron episodios de pasión simples y maravillosos que por no guardar expectativas generaron placeres sanos y consecuentes de actos espontáneos y naturales. Me encantó todo.

Complacidos los dos con la piel de cada cual ingenuos nos mirábamos, sonriéndonos entre tiernas caricias de satisfacción, dispuestos a secarnos el sudor y olvidar el cansancio para entonces descubrir los placeres del amor que regala el coito sin condición.

Un beso trajo otro, al momento mis caricias fueron protagonistas para llamar su atención y dejar su pene con una tremenda erección, igual por otro lado sus dedos con toques delicados humedecieron mi vulva. Él me hacía sentir como nunca nadie antes lo hizo.

Con los deseos encendidos nuevamente me puso de espaldas en la cama, entre mis piernas sentía el calor de su pene, me rozaba despacio de abajo a arriba para entonces con la humedad de mis entrañas penetrar en mi ser. No puedo describir el placer que sentí.

Dimos vueltas por toda la cama buscando posturas de placer, empero no dejábamos de mirarnos sin importar la posición, siempre tuve su pene en mis adentros sin sentir dolor alguno, algo nuevo para Mí que me llenó de paz. Finalmente, el sexo me daba placeres.

Sin hablar siquiera coincidimos en sentirnos cómodos en algunas posiciones más que en otras, así en cada vaivén de su cintura y con cada movimiento de mis caderas el placer que sentíamos era inmenso y fue verdadero, pero lo mejor de todo fue que era mutuo.

Cada parte de mi piel sentía la ternura de sus caricias mientras copulábamos, los besos y los abrazos no cesaban, cada penetración me llevaba al cielo, el sudor empezó a correr por mi cuello y por su cara también, pero no estaba permitido cansarse todavía.

Sin decidir cuándo sería mejor, y sin embargo así fue, empezaron los orgasmos a sentirse con devoción, así su semen caliente en mi vagina me hizo gritar de la emoción, Él había gritado también como avisándome que me daba la eyaculación. Fue algo fenomenal.

El sexo me gustó por vez primera, el de antes había sido por curiosidad y después tal vez por compromiso, ahora gozaba con la pasión de una relación sin condiciones, estábamos descubriéndonos como somos cada cual y sin fingir, sin prejuicios ni perjuicios.

Nadie miró el reloj desde que llegamos y no era necesario hacerlo ahora, el cansancio nos venció y nos quedamos en la cama desnudos a cuenta de lograr recobrar las fuerzas para continuar descubriéndonos después, otra vez, sin tener argumentos, sin reclamo.

Me abrazaba por la espalda cuidando mis senos, me sentía protegida, pero sobre todo me sentí amada, el olor de su piel me fascinaba, me volteé para acariciar su cara. No sé cuánto tiempo pasó, pero en mi vientre sentí que su pene ya estaba listo para seguir.

3-Ago/2020 (Serie Una Historia)

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