Comiendo juntos en casa
Tratando de coger un poco de juicio después de bañarnos saqué ropa cómoda para Mí y para Él también, muy gracioso que se veía con una camiseta mía y unos pantaloncitos cortos de playa. Incluso Él mismo se reía viéndose al espejo. Yo quería comérmelo a besos otra vez, pero me aguanté los deseos, ahora había que descansar. Busqué en el internet opciones para pedir la comida china y cuando le pregunté qué le gustaría comer sólo escuché su respiración, rendido estaba ese muñeco bello. ¡Qué lindo se veía dormido!
Me quedé quieta un rato contemplando su humanidad descansando, admirando su piel, la forma de su cabeza, sus dedos y hasta sus orejas, todo de Él me parecía perfecto. Yo nunca imaginé que me podría gustar tanto un hombre, incluso verlo con ropa me excitaba y se me aceleraba el corazón. Me recosté a su lado para descansar un momento y seguí mirando en el Celular qué podría ordenar, era mediodía y ya había que comer algo para recuperar las fuerzas y la energía después de tener sexo una y otra vez, desde ayer.
Pedí comida japonesa para variar, sería mejor comer algo nutritivo pero ligero, tenía en la nevera jugo natural de naranja y una botella de espumante seco para hidratarnos después de tanto sudar amándonos. Esperando que llegara la comida me puse a ver un poco las Redes Sociales para estar al día con los chismes de mis amigas y también con los de la familia. Se pasó el tiempo y al momento sonó el timbre, había llegado el motorista. Fui deprisa a la puerta callando a las perras y recibí el encargo sin demora.
Llevé los paquetes al comedor y lo organicé todo, entonces fui a la habitación a despertar al hombre más bello que ha vivido en este planeta. Cuando entré ya Él tenía un ojo abierto y me dijo: “huele a comida, ¿qué pediste?”. Yo le respondí: “Ven a comer que hace hambre, y creo que te va a gustar”. Enseguida se sentó en la cama y me dijo: “¿por qué no comemos aquí?”, Yo no quería discutir, pero le pedí que mejor fuéramos al comedor para estar más cómodos, Él me complació sin replicar. Eso me gustó bastante.
Comimos y bebimos alegres conversando de mil cosas, la selección de comida tuvo buena aceptación, tanta que no dejamos nada para después, eso sí, de vez en cuando una mirada pícara nos hacía sonreír en complicidad. Me sentía muy a gusto compartiendo con Él ese momento y se lo hice saber. De modo jocoso me dijo: “sí, con ropa también la podemos pasar bien”. Me reía de todo, parecía una tonta jovencita enamorada de un adulto encantador. Animada dije: “Déjame recoger esto y botar los envases, vete a recostar”.
Cuando volví a la habitación y lo vi en la cama tuve que reírme, pero a carcajadas. El hombre estaba esperándome acostado en el medio de la cama, de lado a lado, desnudo y con una música suave de fondo y con la sonrisa de oreja a oreja. Le pregunté riendo: “¿No estás cansado? Mira que justo acabamos de comer, hasta nos puede dar una indigestión si nos ponemos a copular ahora”. Apenas me miró y me dijo: “Ven, sólo acuéstate a mi lado que no te va a doler, y cuéntame tu historia”. Traté de ocultar mi emoción.
6-Ago/2020 (Serie Una Historia)
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