Descubriendo su cuerpo
Yo quedé toda emocionada y sin aliento viviendo esta nueva etapa con su pasión que ya me conquistó. Lo abracé muy fuerte y le dije al oído: “me has hecho ser una mujer que no conocía, y ahora quiero Yo conocerte a Ti, todo lo tuyo lo quiero tener para Mí”.
La picardía se le notaba en la sonrisa y, tímida Yo, temblaba zafando su correa sin cordura, pero su pecho estaba esperándome para calmar mis ansias, con mis caricias descubrí su anatomía y anduve conociendo con mis dedos su piel, hasta llegar a su cintura.
A nadie le hubiera creído al decirme que alguna vez estaría desnudando a un hombre a plena luz del día, y lo mejor, me mordía el labio loca por saber qué había debajo de sus calzones, su olor, su forma, su tamaño y su sabor, todo sería un misterio para Mí.
Pero nada, me llené de valor y con su ayuda pude sacarle el pantalón. Mis ojos nomás se quedaron fijos mirando aquello, lo tocaba y se movía, no pude contenerme y le quité hasta las medias. No podía cerrar la boca y sin tino sólo dije: “me lo voy a comer”.
De inmediato tomé entre mis manos todo lo que pude, como pude, con cuidado empecé a acariciar su pene en cada pliegue de su piel, descubriendo así el glande que me pareció hermoso, su olor me cautivaba y mis labios húmedos se prepararon para probarlo todo.
Besando su pene ya no podía ver su cara, por la posición de mi cabeza, pero a juzgar por los gemidos que le escuchaba interpreté que mucho se lo estaba disfrutando, a pesar de ser Yo una novata en la actividad. Por lo pronto a Mí me gustaba mucho su sabor.
Definitivamente hoy tengo la certeza de que no es como dicen algunas amigas, no todos son iguales, éste me lo gozaba tanto que me nacieron unas ganas que nunca había tenido de besarlo más y para nada me sentía culpable de seguir mordiéndolo con mis labios.
En un respiro miré y le pregunté: “qué más quieres que te haga”, y me respondió: “lo que te dicte tu conciencia, me encanta todo lo que me haces”. Yo sin palabras me quedaba, pero seguía sin parar acariciando su glande, era tan suave que no lo podía soltar.
Entonces, confiada en mis instintos de mujer, me empeñé en excitarlo más cada vez, hasta que soltara su ser el néctar de vida que tanto anhelo beber. Me dispuse para su disfrute, igual me lo gozaba Yo, de todas formas, lo puse en mi boca, con manos y dedos.
Sus manos de repente sujetaron mi cabeza y empecé a escuchar sutiles gritos de placer, alcancé a oír unas palabras entrecortadas: “sigue, sigue”. Entonces entendí que todo iba bien y respiré contenta, para ponerle más emoción al momento le dije: “dámela”.
Con vehemencia continué masturbándolo con todo mi afán hasta que al rato me dijo: “sí, tómala, tómala”. Sentí en mi lengua una explosión, sus fluidos inundaron mi boca y mi paladar conoció el íntimo sabor de su ser. Finalmente me tragué su delicioso semen.
Por unos instantes más seguí chupando suavemente su glande, para no desperdiciar ni una gota del semen eyaculado. Efervescente me sentía la boca. Respirando agitado dijo: “eres increíble”. Lo miré sonriendo y añadí: “y Tú estás muy sabroso, Yo quiero más”.
2-Ago/2020 (Serie Una Historia)
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