¿Usted ya me olvidó?
Perdone
el atrevimiento Señora, pero me parece conocerla, aunque tal vez bien no acierto
recordando dónde ni cuándo, pero su pelo y su cara me suenan en la memoria, y
su caminar lo reconozco; así también su mirada me dice que no estoy loco.
¡Hola!
Quizás
no me recuerda, tal vez Usted ya me olvidó, pero soy Yo el mismo Extraño Señor
que una vez conoció. El clima ha cambiado, su pelo es más corto y más claro,
pero sigue siendo una Bella Señora, más linda quizás que hace dos años atrás,
eso sí es verdad.
No
quiero más importunarla con palabras que nunca creerá, de modo que antes de oírla contestar le ruego me regale su
silencio, que antes siempre fue elocuente, y si acaso hoy también puede
perdóneme por favor, es que no puedo evitar contemplar con Fe su belleza.
Quizás
Usted ya me olvidó, pero por siempre la recuerdo Yo, así no se pierde la
historia de amor que juntos vivimos sin tan siquiera habernos conocido, porque
para amarnos no tenemos que estar presentes. Como dice la canción: lo nuestro
nunca fue necesidad.
La
bondad de su compañía quiso alguna vez conocer estos sentimientos rebeldes, el
brillo de su alegría iluminó toda mi oscuridad, pero la razón pudo más que la
ilusión del corazón cuando aquella tarde de verano mi tren paró y su amor se
quedó sentado en la estación.
Y
así pasó, como todo un día comenzó (sin comenzar siquiera) igual todo otro día
se terminó (sin nada terminarse), y se quedaron las palabras de amor en el
tintero y tristes las caricias de la piel se lamentan en su soledad. No
hubieron más miradas ni confesiones.
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