Un beso de amor
Nunca
nadie me besó así...
Lo
debo confesar con toda honestidad, sin agravios, porque cada día es bueno para
aprender algo de la vida cuando se es humilde.
Todavía
hoy puedo sentir el fervor de sus labios hambrientos entre los míos mordiéndome
con ternura, y también me queda grabado en la memoria cuando sin prisa ponía
sutilmente sus labios mojados sobre los míos de un lado y del otro de mi nariz;
su boca con mi boca siendo una sola cosa, su aliento y mi respirar confundidos
entre el calor y el frío; me besó con un dulce sabor, cual fruta tropical de
temporada, fue un beso de amor fresco y puro.
A
veces un poco abría los ojos, pues no me lo creía, pero era cierto, apenas me
besaba, aunque también me abrazaba toda la espalda, el cuello y la cintura, así
su cuerpo ya era parte del mío, y Yo lo sentía cada vez más.
Nunca
nadie con un beso me había hecho vibrar todo el cuerpo con una sensación
similar, era como un escalofrío que recorría todas las partes de mi ser, por
dentro y por fuera hasta erguir mis brotes y humedecer mi intimidad, me
temblaba la piel, cada labio, cual magia sin palabras me hizo sentir felicidad,
me hizo querer otra vez ser mujer y vivir; lloraba de alegría y nada podía
decir, sólo unos gemidos entre las lágrimas articulaba mi garganta cuando su
lengua me dejaba.
Un
beso de amor que Yo no conocía me regaló por largo rato, un tipo de beso que
nunca imaginé y tanto lo disfruté que desvergonzada le rogué tener más.
Entonces
entramos sin demora y empezaron a sobrar espacios, ropas y zapatos, no sabía ya
qué decir ni qué pedir y sin comer ansias le entregué mi conciencia al destino,
me olvidé de cómo lucía mi pelo, de si mis labios seguían de rojo pintados y
mis mejillas seguían rosadas, me olvidé del maquillaje de mis ojos, de si mi
pecho era de ensueño y si acaso mi vientre tenía estrías, simplemente fui
querer y pasión para Él, sin prejuicios ni perjuicios me amó tiernamente y con
ganas. Así conocí el placer de amar como aman los que saben.
Después,
ya sudados en el suelo recostados entre piernas y brazos, la charla jovial
mucho me gustó también. Me miraba y de halagos me llenaba, sonriendo acariciaba
mi piel despacio contando los lunares y Yo en verdad quería más, deseaba amarlo
de nuevo y reanimaba con cuidado entre mis manos, con todos los dedos, su
cuerpo cansado.
Hicimos
de aquel momento un recuerdo perenne; fue un rato de locura sin desperdicios,
viviendo cosas que nunca pensé que haría en mi sano juicio.
Todo
empezó en mi puerta con aquel beso de amor que nadie pidió como despedida.
Ahora contar más detalles de los derroches de aquella noche no sería prudente,
pues sólo con decir que no quedó un espacio de mi cuerpo que no tuviera la
emoción de su boca y la atención de sus caricias, creo que es suficiente.
Desde
ese día Él es el dueño de mis sueños y el incansable compañero de mis
madrugadas apasionadas. Pedir más no debo, Él admira mi cuerpo estremecido cada
noche y complace mis caprichos sin reproches, con sus besos consume mi orgullo
después de amarme y me deja tendida en la cama, sonriendo sin pijamas antes que
suene la alarma. Luego me trae mi café: recién colado, negro, mucho, fuerte y sin azúcar.
Son así esas cosas tan maravillosas que pasan entre Nosotros, que son parte importante de Una Historia.
3-May/2019 (Serie Una Historia)
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