Un toque de piel diferente
Desde el pequeño banco redondo me vio tirado en la cama, había Yo perdido las fuerzas y respiraba buscando tomar más aire sin llamar la atención. Perder las fuerzas en la compañía anhelada es maravilla del arte de amar. Ella, picaresca me miraba sonriendo.
De la gaveta baja de su mesita de noche con disimulo obtuvo un frasco que contenía un líquido viscoso y untó sus manos con cuidado. Entonces, tomó mis pies para Ella, comenzó a frotar sus manos entre mis dedos, por la planta y talón de ambos pies a la vez.
La suavidad de su piel en contacto con mi ser se sentía más allá de lo físico, la loción aceitosa que gentilmente aplicó en mis extremidades inferiores además olía divinamente. Son de esas primeras veces que quizás nadie cuenta, pero que Yo nunca olvidaré.
Así sentí cual juego de amor un toque de piel diferente, tierno y sencillo. Cerré los ojos y me dejé llevar por la calidez del masaje escuchando la melodía romántica que servía de fondo acústico haciendo contraste con el sonar de la lluvia tras la ventana.
La confortable sensación de cuido y el sentimiento de cariño puro que regala la persona amada no son conmensurables, se anidan en lo más profundo del corazón y abrazan el alma. No sentí frío ni cosquillas y tampoco quería que termina ese masaje que recibí.
Un toque de piel diferente a manos de una persona que brinda su amor sin condición, es como conocer la gloria en la tierra, un acto de bondad que no cualquiera comprende, que esta noche Yo tanto agradezco. Es grandioso recibir cariño sin tener que pedirlo.
16-Sep/2021 (Serie Madrigal)
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