Así fue, así paso.
Era un día cualquiera, sin novedades amorosas, la mañana avanzaba como de costumbre. Entonces me saludó Ella.
Así fue, así paso.
Conversando con palabras sencillas se fue haciendo ameno el momento, la tensión inicial se volvió sentimiento de alegría y su perfume hizo que olvidara todo lo demás. Ordenamos dos cappuccinos y decidimos sentarnos ahí mismo por un rato.
Así fue, así paso.
Entonces los vi, sus grandes ojos marrones brillando frente a Mí como soles de verano. Me senté al otro lado del banco de madera, no sabía a dónde mirar, qué decir ni tampoco cómo poner los pies y me temblaban las manos. Menos mal que fui respirando despacio y poco a poco se calmaron los latidos de mi corazón. Hasta sentí alguna gota de sudor bajando por la cien.
Así fue, así paso.
Antes de verle por vez primera estaba convencido de que todo conocía de la vida, que mucho sabía de las cosas del amor, que era un maestro consumado en romanticismo, que era todo un experto en el arte del cortejo, cuando menos en teoría.
Así fue, así paso.
Humilde ante mi desconocimiento, entusiasmado por el descubrimiento y agradecido por hoy conocerle empecé a pensar, a entender mejor las cosas. No dejamos de aprender, o mejor dicho, la vida no deja de enseñarnos, y todo por amor. Feliz.
Así fue, así paso.
7-Ago/2021 (Serie Madrigal)
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