Y mojar mis pies
No quería llegar a la casa, a mi cama, sin caminar un rato por ahí y así un poco con mis ideas conversar, en paz por toda la orilla del mar y mojar mis pies entre las olas sin miedo a naufragar, y es que a mi edad, decía Yo, no debería enamorarme otra vez.
Camino en silencio, no tengo miedo, es sólo que no entiendo por qué a Mí, por qué ahora. Mi pensamiento y Yo tenemos mucho qué hablar sobre todo después que pensé que me había olvidado el Destino, fue que se detuvo el Tiempo y la Fortuna produjo un sonido.
De repente una noche cualquiera me notificó la Oportunidad, de improviso se asomaba un momento distinto para despertar, sin tener que mirar atrás, sin lágrimas ni amargo llanto y mis ojos no lo podían creer, pero ahí estaba sutil un mensaje para conversar.
Las palabras gentiles nacieron desnudas en cada pensamiento y aparecieron sigilosas las sonrisas, a pesar de nada saber por querer cada quien ambos fuimos sinceros, así como en un místico espejo nos vimos sin miedo. Nunca me imaginé que esto fuera posible.
Así dos días pasé pensando sin saber qué pensar, el Destino me vio, la Fortuna insistió y la Oportunidad me esperó, fue todo como un conjuro, un conjuro de amor para mi corazón que tantas veces soñó un abrazo en la cama que vea la mañana, y me traiga café.
Tantas veces recorrí descalza la misma orilla mirando al cielo con lágrimas en los ojos, con el alma cansada de esperar, clamando a Dios plegarias para conocer el verdadero amor, cada año pidiéndole a los atardeceres de cada otoño que me tuvieran presente.
Y ahora estoy aquí de nuevo, caminando en la playa al final de la tarde, confrontando esta vez mi nueva realidad pero sin llorar, mirando hoy lo que estaba buscando sin nunca poder encontrarlo, y dudo de todo y de Mí, es que no recuerdo cómo voy a empezar.
18-Sep/2020 (Serie Fotografía y Sentimiento)
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