Mirando el ocaso del día
Sí, en efecto esa faena cotidiana a veces agota al cuerpo, pero siempre me quedan fuerzas y deseos de tomar una copa mirando el ocaso del día a orillas del mar, a merced de la suave brisa que sopla sin prisa y me acaricia, esa que antes alborotaba mi pelo.
Y en silencio miro al lejano horizonte que va cambiando los colores del cielo y así también veo con admiración el agua salada que va perdiendo su verdor cuando oscurece, y la brisa vuelve a soplar, a veces serena y otras fiera, mi copa de vino me acompaña.
Y miro las olas que más tranquilas aún siguen llegando a traer su espuma hasta la orilla, donde se mojan mis pies y un poco mi vestimenta, mi copa de vino se agota cuando llega la luna, ella quiere conversar Conmigo de amores nuevos y Yo guardo el secreto.
Y así queda la copa vacía volteada en la arena esperando que suba la marea para llenarla de nuevo, aunque esta vez de agua y piedritas, y mi corazón late aprisa diciéndome cosas que había olvidado sentir. Mirando el ocaso del día un poco he vuelto a vivir.
17-Sep/2020 (Serie Fotografía y Sentimiento)
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