La conversación

Por largo rato y sin planearlo como un perfecto idiota me he quedado mirando tu fotografía. Quizás en la prisa cotidiana de los días corrientes no me había percatado de la belleza natural de tu cara, de la frescura de tu pelo, de la dulzura de tus ojos, de la forma sutil de tus labios sonriendo, del perfil de tu nariz.

Será quizás que ha sido la conversación tan inteligente siempre, haciendo muy amenos e interesantes los momentos, que no se hizo entonces importante la física de nuestra pseudorelación, algo un tanto contradictorio, pero tampoco imposible de lograr, alterando el orden de los estímulos de motivación que nos hacen vibrar.

He de confesar sin temor de equivocarme que hoy más que antes ansío tener a mi alcance esas pecas doradas de tus hombros y más las de color caramelo que adornan tu pecho bajando hasta tu vientre, para poder ya contarlas y besarlas como corresponde, con la devoción que te mereces Tú, como nadie se ha atrevido a hacerlo.

A pesar de las ansias que me hacen vibrar de emoción, tampoco siento miedo porque pase el tiempo a su velocidad siempre lenta, pues ya he aprendido que en cada vida a cada cual cada cosa le sucede justo cuando le tiene que pasar, y así hemos de celebrar juntos un día cada momento que nos regale el Destino para amarnos.

La conversación cada vez menos formal, más casual y personal, nos fue conquistando, nos hizo sentir que aún es posible ser felices sin buscar complicar la vida de cada cual (que al final siempre sola se complica por demás), tus palabras fueron gentilmente cambiando de tono, mi voz se tornó suave y llegaron los halagos.

La conversación verdadera sin embargo será luego, cuando podamos mirarnos a los ojos con tranquilidad tomándonos el café después de bañarnos en la mañana, confesando cada quien todo lo disfrutado en la noche y por la madrugada, sin miedo de decirnos la verdad y con deseos de repetir los placeres del amor que nos halló.

5-Sep/2020 (Serie Mujer Bonita)



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