Rosas para mi Madre
Cuando era muy joven (que todavía soy joven), cultivaba en el jardín de la Casa rosas para mi Madre, que las adoraba.
De esa fina práctica aprendí que cada tierno brote que veía nacer era una ilusión, y cada flor abriéndose al mundo sería un hermoso regalo, pero la mejor y más importante lección que aprendí es que cada espina es una realidad.
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