Llueve al final de la tarde

Se ven casi cansadas las gotas de lluvia rodando sin prisa en el cristal de la ventana, se mueven como si nada les importara. Bajan y se desaguan por las rendijas de la base de metal de la puerta sin que el sol, lejano ya, tenga fuerzas para secar la humedad que dejan detrás, haciendo surcos discretos en relieve que se pierden a poco sin más esperar.

Opaca se ve reflejada la imagen de su cara de ángel contemplando un poco el ocaso, va callada esperando paciente cruzar el tránsito para poder pasar por las calles del lugar y llegar a su hogar, a descansar el cuerpo y el espíritu. A veces la tranquilidad vale más que la risa, empero eso pasa sólo unas pocas veces, cuando la mente agotada de tanto pensar se detiene en silencio y las sombras detrás del espejo, sin que se les pueda mirar, observan las lágrimas del alma que no puede más llorar.

Llueve al final de la tarde, y ya se hace tarde para pensar en conversar con Ella, planear acaso una salida, sentarse sin las penas a mirar el mar, buscar una guarida de atardeceres que invite placeres. Aunque nunca es tarde realmente si es buena la intención, si se trata de aliviar las presiones cotidianas que nos llenan las horas de preocupación. La lluvia y el calor se combinan para hacerle compañía.

Llueve al final de la tarde y no sé qué es mejor, si imaginar cómo brillan sus lindos ojos lejos de Mí ó esperar apenas llamar su atención escribiendo estos trozos del pensamiento que tejen tiernos momentos del atardecer.

26-Jul/2019 (Serie Wendy)

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