Un triste alegrado

No fue hasta hoy, un soleado día a finales de mayo, que pude darme cuenta de la verdad del suceso más trascendente y veraz del último año de esta vida mía.

Sí, hoy sé qué pasó y por qué pasó. Esos meses de divina ilusión destruidos de pronto por aquellos días de amargura, tristeza y melancolía. Aquello fue horrible y a la vez conveniente, hoy estoy convencido.

Porque sólo se puede sacar una conclusión: ¡Ella nunca me amó! A pesar de que siempre me ha querido, mi alma no se conformaba con sólo su querer, porque mi amor es ambicioso y siempre quiero lo mejor.

Pero Yo, hoy digo que no hay mal que por bien no venga, y tristeza que no traiga consigo una alegría guardada.

Y de algo me alegraré toda la vida: Me alegro que así, de esta forma pude llegar a conocerte, y eso no sólo merece alegría, sino más.

Y he llegado a convencerme de que personas como Tú sí merecen un amor como el mío, porque saben apreciar las cosas por su valor humano propio.

No sólo miras el aspecto, sino que analizas el interior sin olvidar el principal objetivo que te trazas al amar.
Personas con carácter independiente son las que a mi entender merecen ser amadas dignamente.

30-May/1981

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