Un triste alegrado
No
fue hasta hoy, un soleado día a finales de mayo, que pude darme cuenta de la
verdad del suceso más trascendente y veraz del último año de esta vida mía.
Sí,
hoy sé qué pasó y por qué pasó. Esos meses de divina ilusión destruidos de
pronto por aquellos días de amargura, tristeza y melancolía. Aquello fue
horrible y a la vez conveniente, hoy estoy convencido.
Porque
sólo se puede sacar una conclusión: ¡Ella nunca me amó! A pesar de que siempre
me ha querido, mi alma no se conformaba con sólo su querer, porque mi amor es
ambicioso y siempre quiero lo mejor.
Pero
Yo, hoy digo que no hay mal que por bien no venga, y tristeza que no traiga
consigo una alegría guardada.
Y
de algo me alegraré toda la vida: Me alegro que así, de esta forma pude llegar
a conocerte, y eso no sólo merece alegría, sino más.
Y
he llegado a convencerme de que personas como Tú sí merecen un amor como el
mío, porque saben apreciar las cosas por su valor humano propio.
No
sólo miras el aspecto, sino que analizas el interior sin olvidar el principal
objetivo que te trazas al amar.
Personas
con carácter independiente son las que a mi entender merecen ser amadas
dignamente.
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