Amanecer: gran desengaño.
Pasaban
los días mientras el viento seguía gimiendo.
La
Noche en su oscuridad profanada dictó su última frase de despedida.
La
Luna, triste y cabizbaja abandonó su lugar en el cielo y un tenue rayo de luz
melancólica de tono dorado y tímido relucir despertó al aura del nuevo día.
Las
aves y las flores de repente despertaron y comenzaron a cantar y a perfumar
todo el globo. El señor Mar empezó a
mostrar sus reflejos cual diamante esplendoroso. El Rocío matutino dijo presente y besó la
tierra y todo.
Reinaba
la madre Armonía brindándose con orgullo por doquier.
Y
el Sol inmenso y soberano de entre su nido de nubes despertó, y repartió su luz
y su calor a todos los rincones del planeta.
Se paró desnudo y sin pudor en el pleno azul del cielo, cual rey todopoderoso
en su trono, grande, majestuoso, cual monarca de ferviente calor y divina luz.
¿Por
qué luego te cansas de ostentar todo tu triunfo en lo alto del cielo?
¿Por
qué te rindes ante el occidente y con triste velo cubres tu mirada?
¿Por
qué dejas tu dominio a la noche sin luz, si tú eres el creador de lo bello?
Las
aves vuelven apresuradas a sus nidos y las flores vuelven a dormir, a guardar
silencio, a esperar la caída de los pétalos de ayer.
Así,
como el Día nace triunfante, así muere derrotado en revancha. Sin remedio.
Y
así nace y crece y vive el amor, para luego caer abatido por la hipocresía y el
orgullo, en medio del olvido.
Con
el Amanecer nace también bello y seductor, inquieto y tierno el amor del poeta,
en su fantasía de sueños, colmado de ilusiones.
Mas
cuando despierta la realidad, un canto de dolor y desengaño llega hasta el
corazón y un sabor amargo golpea la felicidad y deja presente la melancolía.
La
vida es un correr de sucesos, a veces se gana, a veces no, mas la historia es
sólo una...
Amanecer:
gran desengaño, que vienes y vas, por el mismo camino, sin derecho al
cansancio, con las mismas preguntas, siempre con las mismas respuestas.
23-Sep/1983
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