Verde salido del Morado
Verde salido del Morado
de alegrías aún tristes.
Con pausado correr camina,
camina entregado al destino
con la pena nacida del saber
que la tarde, su fiel amiga
madura lentamente hacia el ocaso
para dejar libre a la luna
que vendrá nueva vez, despacio,
a bañar con ternura la noche.
Y sólo se escucha del mar su espuma.
Ese Verde salido del Morado
triste por saber que la noche es larga,
de amor lleva el corazón colmado
y con el deseo oculto, calla,
con las manos llenas de sabiduría,
y su mente, siempre calmado
con la sonrisa comprometida
y los ojos rebosados de emoción,
sueña, se siente lleno, de colores,
pero la medida es completa
cuando la lluvia la viste.
Aquel Verde salido del Morado
que siempre mira el atardecer
pero nunca ve más allá del horizonte,
que despierta con la mirada profunda,
suavemente, quizás con el pensamiento
canta nombres, cual viajero
que extraña la dulzura del hogar.
El vivir le ha enseñado empero
que nunca es tarde, o temprano,
que los días no son iguales
pero la vida sí, es la misma.
Es un Verde salido del Morado
que cuando nace, le abruma
pero es fuerte e implacable,
que siente que su piel invade la suya,
y sufre del aroma inolvidable
y de la mirada discreta, que pasa
de un lugar a otro buscando
la verdad oculta de la naturaleza
que descansa por estar cansada,
buscando siempre la respuesta
pero que nunca pierde la esperanza.
Este Verde salido del Morado
que siempre por demás camina
con la mirada al frente.
Pero un perfume dulce le despierta
la ansiedad incierta
de caminar de vuelta
por el sendero aquel, sin saber
si al final del camino será la brisa
la única compañera, o habrá otro paso
que marque el ritmo de coloridas
y nuevas emociones en su vida.
Sí, un Verde salido del Morado
con las ansias mismas de llorar sin pena,
con las alegrías todas, y una más,
que cuando ríe el mundo llena,
pero también con esas angustias, que ya
le persiguen en silencio cuando llega,
sí, aunque a veces no lo crea,
son las mismas que una vez dejó atrás
y que los caminos y el girar han traído
para vestir de risas y lágrimas su faz,
y saber, que la vida misma le espera.
El Verde salido del Morado
no descuida su Fe ni su saber,
más quisiera también volar, y dejar
que su cuerpo se estremezca sin sed,
que esa furia desmedida, sin parar,
incomprendida, le castigue, y despertar,
confundiendo todo, y gritar, y creer
que todo fue un sueño, y olvidar,
para luego, en silencio, a solas recordar
que la vida es bella, y es la misma,
y ser, simplemente ser...
16-May/1997
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