¡Qué agradable sorpresa!
¡Qué agradable sorpresa!
La tuve Yo temprano esta tarde... Y no lo
digo
porque vi tímidos unos ojos cuidadosos,
ó porque hemos tenido unos casuales
testigos
que con piedad la distancia marcaron
celosos,
sino porque hasta hoy nadie, nunca con tal
cariño
me había hecho un regalo tan caro, tan
precioso.
¡Qué agradable sorpresa!
Poder verte así: tan risueña, siempre
lozana.
Y digo precioso y lo quiero decir así
con la alegría aún triste y por demás
lejana
por lo mucho que aprecio presentir y vivir
en plena armonía con la sincera palabra
que rima en consonante con todo su decir.
¡Qué agradable sorpresa!
Poder verte, quiero decir como la mujer.
Y digo precioso y lo debo decir sin más
porque me llenan tanto los verbos del saber
y porque me brindas así la oportunidad
de decirte cosas de la vida y del querer
aun cuando ya sé que no te debo besar.
¡Qué agradable sorpresa!
Verte y conversar, al marcharme poder
llevarme
tan preciado material de una forma casual,
sentirte así (Tú sabes cómo), pero
callarme,
tan corta presencia la que pude disfrutar.
Yo simplemente te vi y me tuve que callar
y evitar que una palabra pueda delatarme.
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