A un Mar

Mueves tu inmensidad orgulloso
con violento carácter, impetuoso.
Tus olas soberbias huyen con furor
de un lado a otro, hasta perderse...

Y el viento te cruza por encima
volando cual las hambrientas gaviotas
que te acompañan a toda hora.
Cargadas de furia y de envidia
tus olas castigan las rocas
cual verdugo dando muerte a su presa.

Ruges pedante y prepotente
demostrando a todos tu fuerza...
Pero Yo sé que todo es una farsa,
ruges altanero
porque temes a la tempestad,
ella te castiga como en venganza
de los indefensos que Tú castigas
con ímpetu despiadado y criminal.

Cuando la tempestad violenta
desprendida de lo gris del cielo
se avalancha torpe sobre Ti
y ya no tienes defensa en su contra
y sientes miedo del dolor
te lanzas con furia fuera de tu ser
invadiendo lo seco con tus olas
que rugen como leones hambrientos,
y cuando estremeces al mundo
con tu ronco acento cual eco tremendo,
entonces, te ríes llorando
sin saber el por qué de tu risa de sollozos.

Y si sientes en tus olas que truenan
la angustia de una barca
que lucha por encontrar un puerto
que la salve del naufragio letal,
la sed criminal de tu furia
la lanza por los cielos tenebrosos
hasta que alguna roca dispone de ella
convirtiéndola en desechos...
Sin el más mínimo cargo de conciencia.

Y Yo, vivo a merced de lo que he dicho,
la barca de mi fatal existencia
se halla en el medio mismo
del tormentoso mar de la vida,
que trata a cada instante
de atraparme entre sus magnas olas
para terminar el ciclo
que tenía que cumplir...

Pero si me escuchas a Mí
y haces caso omiso
a las negras nubes que te miran
en lo alto del cosmos, sobre Ti,
mandándote relámpagos cual saeta,
que callados cruzan el espacio
como prefacio del sádico envío
de los truenos rapaces
que furiosos te asustan.

Si me escuchas a Mí en vez de llorar
y entregar tus fuerzas a la furia
en valiente intento
de contener la terrible tempestad
que nunca podrás detener, entonces,
juntos los dos, lo podemos lograr...

Deja que el cielo cual infierno
te lance toda su maldad envidiosa,
Tú aún puedes ganarte el amor
de un mundo que te admira
que te adora
como a la cosa más preciosa.

Aún puedes salvar tu nombre
y borrar para siempre
el recuerdo de tu historia criminal.

Deja que el viento malvado
excite tu superficie cristalina,
deja que las aves hambrientas
penetren en tus aguas preciosas,
deja que el mundo siga dando vueltas,
piensa sólo en Ti, en los que te amamos,
deja la maldad fluir por doquier
demuestra que Tú tienes bondad...

Aunque el sol te dé la espalda
y se marche a otros cielos lejanos
no tengas miedo de la noche
ni de la luna,
ellas son bondadosas y serenas,
románticas y amables.

Tranquilo Mar, con paciencia
espera el alba del nuevo día,
tu voz eterna de ronco rugir
solitaria se seguirá escuchando
cuando la tempestad se rinda
ante tu indiferencia despiadada,
dándote el poder sobre el mundo,
el poder que sólo Tú mereces.

Si ya escuchaste mis palabras
¡Oh Mar! Que mi voz se quede
entre las oscuras grietas de tus peñas,
entre la blanca espuma de tus olas,
mientras Yo camino a solas
por mi senda amarga, donde las flores
no existen, ni se oyen los rumores
de dulces cantares matutinos.
En mi senda sólo hay espinas,
y en vez de cantos alegres
la aurora se despierta triste
entonando cantos tenebrosos,
como de muerte y alegrías tristes,
como de infelicidad y vana vida...

Y ya en la tarde
tras el funesto y triste desengaño
llévate lejos los ecos de mi voz
a resonar angustiados
como un quejido lleno de amargura
donde ya no pueda oírlos...

Atrapa bajo tus aguas
las ansias perversas que me persiguen,
¡Oh Mar! Una vez armonioso
tómame entre tu fragancia salada
y rompe el maleficio que una vez
Yo rompí en Ti, se piadoso...

Líbrame de la angustia y de la furia
que soporta mi existir, ¡Oh Mar!
Castillos de arena te esperan en la playa,
pero a Mí sólo me esperan
castillos de profano terror mortal.

¡Oh Mar! Sumérgeme en tu dicha
cual delfín nada en tu interior.
Protégeme de la brisa traicionera,
¿no ves acaso que me persigue
con su soplar melancólico...
Murmurando viejas memorias del ayer?

Memorias que han quedado dormidas
sin remedio y para siempre...
En tu quietud maravillosa
dejaría que mis sueños se perdieran
contemplando tu solemne inmensidad
que me hace sentir tan pequeño.

Eres a diario campo de batalla,
batallas de guerreros sublimes
donde cada cual es cada cual
y donde sólo importa sobrevivir,
siempre gana el mejor, el más fuerte,
y el que gana se lo lleva todo...

¡Oh Mar! De azul esplendoroso
y tranquilidad falsa,
anhelo que tus mágicas olas
me envuelvan cristalinas y espumosas
para llenarme de Ti.
Solitario, caminando a tus orillas
pude sentir en mi alma
la triste melodía que tus olas
cantan al compás del vaivén.

Y pensar que te quiero y no puedo
evitar tus lamentos melancólicos
cuando el viento te hace temblar.
¡Oh Mar! Eres bella, eres sólo Tú.

23-Nov/1983 (Tercera Revisión)

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