Me engañaba
Alegre cada mañana despertaba por más, y aunque unas veces (muchas tal vez) creí ya saber lo necesario para vivir plenamente, en mis adentros alguna que otra noche dudaba. A menudo sentí tenerlo todo, y así me equivocaba sin remedio una y otra vez, hasta que un día lloviznado de otoño sin querer pude comprender que me engañaban todos, que también Yo mismo me engañaba, incluso me engañaba la vida mientras que el Tiempo egoísta reía mirándome ajeno detrás del espejo. Ingenuo Yo no me daba cuenta, me engañaba.
Era Yo y nadie más el habitante de mi mundo, de ese mundo extraño que se mueve girando silente cada día sin dar explicaciones. Extraño iba respiraba calmo entre meras ilusiones, hasta que con la madurez las luces fueron perdiendo color, ó mejor dicho, fueron tomando sus verdaderos colores y desvelando en cada pensamiento las íntimas verdades del vivir, entre reflejos aprendí a caminar sin tropezar con las cosas, a reír sin nada esperar de los demás, feliz, como quien siempre he sido, un extraño en el mundo.
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