Volvió a Mí una noche
Te
acercaste a Mí sin saber que existe la telepatía. Te miré Yo sin saber cuántos
anhelos olvidados Tú tenías. Pero no bastaba sólo saber...
Y
de repente un fuerte abrazo nos dijo al oído de los deseos ocultos que la
distancia guarda, acaso ante la mirada del mundo, y por demás un beso fue puro.
Y
si la noche fue corta ó fue larga, sólo el destino descubrió tu fragancia, entonces
ningún espacio fue frío y los besos midieron la distancia entre tu aliento y el
mío.
Y
así las noches fueron sencillas, románticas y tiernas, porque tus manos y las
mías se estrechaban de mil maneras, y tu mirada era mía, y tu risa era mía.
Volvió
a Mí una noche de tranquilo horizonte ese poder inmenso de volar sin receso, que
apodera el alma de fuerzas para seguir sin adiós ni despedida.
Volvió
a Mí esa noche caminando sin Yo saberlo, cual enamorado en un coche contempla
el brillar muy bello de las estrellas desnudas, toque de exorcismo que da la
noche a los dueños de aquellos sueños.
Sí,
porque Yo he sido dueño de sagrados momentos que a tu lado siempre puedo disfrutar
hasta perder el sueño. Para después todo recordar en silencio y guardar el
secreto.
Quizás
fue tu suave pelo, ó tal vez tu sonrisa tan llena de alegrías insospechadas, ó acaso
fue tu mirada cautelosa y serena que al pasar inquieta a mi lado despertó a un
viejo corazón, romántico, enamorado y soñador.
Ó
pudo ser de Ti los aromas que florecen por doquier perfumando mi piel cada vez
que la distancia desaparece caprichosa sin volver la mirada atrás, sin pensar
más que en amar con loca pasión.
Quizás
fue la inocencia de tus ojos preciosos, claros como luces, que cual castigo se
levantó cautivando mi orgullo para dejar a un lado la conciencia y buscar un refugio,
el tuyo.
El
brillar de la luna que ilumina una mirada muy tierna, y las palabras sencillas que
parecen perdidas en medio de la tormenta que azota a destiempo el campo que
ocupan tus besos, todo es posible cuando se aman dos cuerpos.
Fuiste
Tú la alegría de mil noches divinas, cuando el sonido sincero de la voz del
recuerdo llamó a la nostalgia de todos los momentos, que me llenó con tu
sonrisa y con el suave roce de tu piel y con el aroma, inolvidable hoy, de tu
cuerpo desnudo, siento que hasta pierdo el aliento.
Fue
la ternura de una caricia que lentamente halló la paz del encuentro cercano de
los cuerpos, la casualidad hecha realidad en momentos extraños, fugaces, fue un
encuentro de labios, un abrazo completo, una unión con la pasión del
sentimiento.
Y
saber que sólo el recuerdo será nuestro fiel compañero, con un pasado que calle,
sin costumbres que hablen del cuándo y por qué conocerte fue bello, aunque fue
sin saberlo, aún cuando fue sin quererlo, será nuestro el dulce recuerdo de
pausados momentos que fueron ciertos.
La
mirada más discreta con una sonrisa muy bella me dice lo que quieres sentir, y
los gestos ingenuos de mujer coqueta, ellos me hablan de Ti, y Yo sé lo que
anhelas.
Sentir
de tu cuerpo el calor y tu divino aroma muy dentro, como si fuera mío tu amor, y
llegar al final del tiempo sin valor para decir un te quiero.
Volvió
a Mí una noche contigo el deseo sincero, fragante y diestra con la mirada
perfecta y la caricia discreta. El pesado consuelo de reproches llenó el
aposento y todo se quedó muy quieto.
Después
correr apurados los dos al encuentro de la realidad, con el sudor todavía marcado
y la mente marchita de soñar juntos despiertos, de pensar en llorar por haber
faltado al momento.
Alcanzar
la mañana con pena, sin tener el descanso, sin poder olvidar el momento, por
todo aquello que llena con alegrías un canto, completo el pensamiento de
callados recuerdos.
Camino
olvidado de la gente y del mundo, mirando los relojes cansados, por saberme a
tu lado olvidé todo ante aquel beso profundo de un adiós perfumado, siempre con
el recuerdo a mi lado sigo mi camino.
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